Psicología del amanecer y del atardecer

por Hugo Basile

«Que necesita un ser humano, para no apartarse de si ? A que distancia está mi mano, de la gente que conocí ? Qué le ha faltado a la verdad, para quererla disfrazar? Porqué un bufón llena el lugar donde hubo un sitio para amar ?

Que necesita un ser humano, para no apartarse de si ?

A que distancia está mi mano, de la gente que conocí ?

Qué le ha faltado a la verdad, para quererla disfrazar?

Porqué un bufón llena el lugar donde hubo un sitio para amar ?

Porqué fingimos confusión, hasta acabar con la razón?

Y tú en función de relucir

Dejas la magia humana y vas a interpretar otro papel

Fingiendo para diferir

No sé si es desesperación,

O humilde ya resignación,

en fin, no sé como llamar a esa versión de un pavo real

Sólo sí sé que no eres ya

Lo que quisiste ser

Silvio Rodríguez / Lo que quisiste ser (Fragmento)

Aunque parezca contradictorio, vivimos en un universo aparentemente dialéctico pero nuestras vidas, vistas desde la individualidad, están signadas principalmente por la dualidad.

Pareciera ser que no tenemos mucha idea de cómo procesar los sentimientos, muchas veces contradictorios que atraviesan nuestras historias. Hoy somos blanco, y si nos equivocamos, en el caso de poder reconocerlo, pasamos a ser negro, y difícilmente llegamos, en ese movimiento pendular, a la escala de los grises, y cuando lo hacemos nos vemos sorprendidos por la madurez, y en muchos casos, por la vejez.

Decía que vivimos en un universo dialéctico pero, ¿es esto así?, posiblemente no, pero nuestro desarrollo racional, al menos en el común de nosotros, funciona dialécticamente .

La resolución de lo dialéctico lo encontramos en la síntesis, siempre superadora de las dos instancias en pugna.

La velocidad de los acontecimientos que vivimos a diario, nos obliga en cierta forma a movernos por la inmediatez, haciéndonos difícil el poder tener un panorama amplio de nuestra vida, no solo hacia el futuro sino también hacia el pasado. No podemos proyectar porque muchas veces nos perdemos en la maraña de nuestra propia historia, y muchas otras veces, esa historia se enferma. Lo que enferma no es la persona, sino su historia, y enferma porque perdemos el hilo de quiénes fuimos en un principio, como si nos apartáramos de nosotros mismos, olvidándonos de quiénes quisimos ser.

Planteado esto, también digo que nuestra historia tiene un sentido, y si bien podemos hablar de un sentido colectivo, lo que hace a lo colectivo en nuestra individualidad, nuestro sentido único y particular de nuestra propia vida.

Cuando encontramos ese sentido, también logramos encontrar el sentido de lo colectivo.

Si pudiésemos ver nuestra vida como si fuese una película, podríamos ver su sentido, sin embargo pareciera ser que nuestra capacidad perceptual, al menos en estados de conciencia comunes, solo nos permiten ver el aquí y ahora, e imaginar el futuro y muchas veces el pasado, que no siempre es como lo recordamos, de la misma forma que el presente, que es el futuro de algún ayer imaginado, tampoco se da como lo esperábamos: esperábamos hijos y no los tuvimos, esperábamos una pareja y tampoco la tenemos, esperábamos ser empresarios y hoy somos empleados o desocupados. Nos apartamos en algún momento del camino que habíamos elegido para nosotros y no sabemos como. No somos lo que quisimos ser.

La novedad es que, a diferencia de una película que ya tiene su final plasmado y no hay nada que podamos hacer para evitarlo, nuestra vida sí nos permite hacerlo si sabemos cuales son las escenas correctas que necesitan ser actuadas nuevamente.

Podemos ver los polos contradictorios de nuestra propia historia, pero desde un solo lado, lo que no nos permite poder realizar una síntesis superadora o encontrar la función trascendente que nos permitiría acopiar la experiencia y aprender.

El psiquiatra Carl Jung nos enseñó que el proceso que es nuestra vida tiene un sentido a ser encontrado, y lo llamó poéticamente Psicología del Amanecer y del Atardecer, mostrándonos que cada parte de nuestra historia representa una etapa y que cada etapa está signada por un aspecto a desarrollar en forma equilibrada y haciendo una síntesis en nuestro sí mismo, en aquello que originalmente quisimos ser pero en algún momento nos apartamos. Nos ayuda a encontrar la diferencia entre lo que somos y lo que creemos que somos.

Aparentemente sabemos cuáles son las cosas que queremos concientemente, pero hay otras fuerzas que conforman a nuestra humanidad que desconocemos, son inconcientes, arquetípicas y como todo lo inconciente tiende a emerger, sin que nos demos cuenta las actuamos o utilizamos a otros para que las actúen por nosotros, los transformamos en actores y les damos los papeles para realizar lo que la novela de nuestra vida requiere para llegar a buen fin.

Ser protagonistas de nuestra propia historia requiere de síntesis, de vueltas atrás y nuevos avances, de equilibrio y de, fundamentalmente, aprender quiénes somos y quiénes son los otros en un vínculo sano, integrándolos a nuestra vida sin transformarlos caprichosamente en lo que queremos, respetando su individualidad y respetando nuestro proceso de para ser individuos.

Esta síntesis que nos lleva a una función trascendente nos permite el equilibrio necesario para aportar al inconciente colectivo nuestro propio aprendizaje.

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4 comentarios el “Psicología del amanecer y del atardecer

  1. En mi opinión la búsqueda es esa precisamente, el encontrarse consigo mismo, el aceptarse a uno mismo como es, la integración de nuestras dualidades, la sombra, el inconsciente, el camino es hacia la individuación.

    Muy interesante tu artículo.

  2. Es importante esperar cada amanecer como lo sugiere aquel anochecer que fue, en su tiempo, algún presente perdido en la historia; como algo con propósito, en ver algo nuevo cada día y así, no enbarcarnos en ideas retrógradas y suprimentes.

    buen articulo!

  3. Es difícil entender la paradoja de la vida sin embargo cada ser humano tiene la capacidad de salir hacia adelante si se lo propone y no se contamina con el entorno,difícil pero no imposible.

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